En las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA) se pueden realizar diversos programas, entre ellos está el tratamiento de fobia a los perros.

La fobia a los perros afecta a entre un 7% y un 9% de la población. Este tipo de fobia específica es muy limitante ya que se encuentran perros en la mayoría de los sitios: parques, calles de ciudades/pueblos, playas, montes etc. lo que hace que estas personas lo pasen muy mal.

Entre las conductas que las personas con fobia a los perros pueden realizar son: salir a la carretera sin mirar, subirse a mobiliario urbano, dejar de hacer planes por no encontrarse con un perro, aumento del ritmo cardíaco, ansiedad, sudoración etc.

El inicio de la fobia normalmente nace en la infancia debido a haber vivido un suceso traumático con un perro, por ejemplo, una mordida o un salto encima con la consecuencia de caer al suelo.

Otra posible causa de la fobia es por el miedo generado por otros adultos de referencia, puede ocurrir que el niño observe que los adultos evitan situaciones con perros o que les insten a tener cuidado con ellos, ya que son peligrosos.

Diferencia entre fobia y miedo

Me gustaría antes de empezar a señalar qué se puede hacer desde las IAA en el tratamiento de la fobia a los perros, distinguir lo que es una fobia y lo que es tener miedo.

La fobia la definiríamos como una repuesta de miedo de una intensidad desproporcionada e irracional y en las que la persona necesita escapar o evitar la situación.

En cambio, el miedo sería, una respuesta que se emite ante una situación u objeto que representa un peligro real. El miedo es una emoción y puede ser adaptativa.

¿Qué hacemos cuando se detecta una caso de fobia a los perros?

Una vez que hemos detectado que se trata de fobia a los perros, habría que empezar con el tratamiento para su superación, pero… ¿Cómo empezamos?

Desde mi punto de vista, lo primero que deberíamos hacer es que la persona que presenta la fobia acuda a un psicólogo para el tratamiento de esta. Nosotros como especialistas en terapia asistidas con perros, nos encargaríamos de la exposición, SIEMPRE en conjunto con un psicólogo. Aunque suene obvio quiero señalar que un técnico en terapia asistida con perros NO PUEDE por sí mismo tratar casos de fobia a los perros, ya que no es profesional de la salud.

Si eres psicólogo sanitario o clínico, especialista en terapia asistida con perros, puedes realizar ambas cosas, esto es, tratar a la persona con fobia a los perros y después realizar la exposición.

Me gustaría señalar que hace no mucho tuve una llamada de una persona que me relató que tenía un niño con fobia a los perros, al decirle que no iba a ir con el perro desde el principio, que lo veía contraproducente y que antes de ir con el perro había que hacer sesiones de terapia psicológica se sorprendió. Desde mi experiencia, no podemos hacer exposición con un perro sin que antes se haya trabajado la superación de la fobia con un psicólogo.

En mi experiencia en el tratamiento de fobia a los perros, es tremendamente importante seguir los ritmos del paciente, querer correr o ponerse fechas no es viable. Sin olvidar que la persona tiene que querer superar su fobia, ya que, sin esto, no habrá éxito.

Caso práctico

Ahora voy a relatar un caso que tuve hace unos años, me llamó una madre demandando que su hijo con fobia a los perros precisaba realizar la exposición ya que su psicóloga no tenía un perro específicamente entrenado y en el entorno de la familia tampoco había perros aptos para que el niño la pudiese realizar. Yo como psicóloga acepte el caso encantada.

Lukas y yo acudimos al domicilio familiar y realizamos actividades siempre escuchando al niño, es decir, si el niño no estaba preparado para tocar al perro no lo hacía, si el niño todavía no se sentía con ganas de salir a la calle con el perro no lo hicimos. Fuimos varios días durante unas navidades, realizamos diversos juegos hasta que el niño acepto no sólo darle un premio a Lukas, tocarle, sino que también aceptó de buen grado agarrar la correa de Lukas en el paseo. Tanto el niño con su madre/padre acabaron muy contentos ya que había superado con creces la fobia.

Hay que señalar que la exposición hubiese sido inviable sin el trabajo previo de su psicóloga. Tal y como he señalado antes, si alguien nos demanda que tiene un familiar con fobia no podemos aparecer con el perro el primer día ni el segundo, la fobia se debe tratar siguiendo todos los pasos y cuando la persona se sienta preparada, realizar la exposición. También hay que tener claro que no a todos las personas le gustan los perros ni tienen por qué gustarles, esto es, el objetivo de la terapia no debe ser que la persona se compre u adopte un perro, tiene que ser que sea capaz de vivir compartiendo espacios con los perros.

La fobia a los perros es un tema muy serio, tenemos que estar muy convencidos de lo que estamos haciendo, ya que, si hacemos algo mal, la persona va a estar peor psicológicamente y puede desencadenar en desconfianza en los profesionales de la salud y también puede tener el pensamiento de que nunca va a poder superar la fobia a los perros.

Si eres técnico en terapia asistida con perros, no eres psicólogo y no cuentas en el equipo con uno, busca a uno, crea a una red, deriva. Todo eso no te hace mal profesional, al contrario, te hace mejor.  

Si eres una persona que tiene un familiar con fobia los perros y te interesa que reciba tratamiento a través de la terapia asistida con perros, cerciórate que primero se haga un trabajo terapéutico por un psicólogo y que la exposición siempre se haga también con un psicólogo. Pide documentación acreditativa, la salud mental no es un juego y las buenas intenciones pueden hacer mucho daño.

Y lo más importante que me dijeron hace tiempo y que no se me olvida:

“No abramos heridas que no vamos a ser capaces de cerrar”

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Un fuerte abrazo a todos desde https://www.moanapsicologia.com/

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