El perro, complemento en intervenciones con menores vulnerables

En primer lugar, ¿por qué es buena idea incluir al perro como complemento en intervenciones con menores vulnerables o en situación de riesgo o exclusión? Pues principalmente debido a que el perro no los juzga, los acepta tal y como son, independientemente de cuáles sean sus características físicas, sociales o personales.

En efecto, como el perro no los juzga, los menores lo sienten como un foco emocional seguro. En otras palabras, les transmite la sensación de que pueden confiar en él, de que no usará lo que le cuenten en su contra ni los chantajeará. Y esto conduce a que los niños o jóvenes se muestren más predispuestos a compartir sus sensaciones, pensamientos y sentimientos.

Y me dirás: todo esto suena muy bien pero ¿cómo se integra el perro como complemento en intervenciones con menores vulnerables o en situación de riesgo o exclusión de forma que podamos ver reflejado este efecto? 

Veamos primero un vídeo que hemos elaborado desde Animal to Kids para contextualizar el proceso y, luego, lo iremos desgranando con un supuesto concreto donde aterrizaremos cómo el perro actúa como complemento facilitador.

En este vídeo has conocido a Samuel, un niño que ha convertido a los videojuegos en su “zona segura” o, al menos, confortable. Pero ¿segura de qué? De su realidad, del entorno que le rodea, y que lo hace sentirse vulnerable, frágil, inseguro. ¿Y cómo es ese entorno, cómo le afecta? Esto nos lleva al primer punto donde hablaremos del perfil de estos menores vulnerables o en situación de riesgo o exclusión.

1. Perfil de menores vulnerables o en situación de riesgo o exclusión

En general, podemos decir que han conocido alguna o varias de las siguientes situaciones:

  • Proceden de situaciones de negligencia severas
  • Han sido testigos o conocido abusos físicos, sexuales o emocionales
  • Han crecido en entornos sin hogar o precarios
  • Forman parte de familias con historial de abuso de sustancias

En consecuencia, es habitual que experimenten:

  • Carencias emocionales y de comportamiento
  • Estresores psicosociales de forma muy significativa en casa, la escuela o en sus comunidades
  • Dificultades en el aprendizaje o del desarrollo
  • Hospitalizaciones por intentos de suicidio, comportamientos agresivos, depresiones crónicas, etc.

De alguna forma, con frecuencia estos niños han sido heridos por parte de la gente de su entorno. Y el perro les brinda la oportunidad de experimentar una relación satisfactoria. No importa si tartamudea, o se le caen las cosas de las manos, o lo que sea. El animal permanecerá igualmente a su lado, meneando la cola y mirándolo como si fuese lo más maravilloso. Y esto los menores lo sienten. Porque la transparencia y genuidad del comportamiento de un perro pueden llegar a recovecos que a nosotros se nos escapan. Entonces las reticencias y desconfianza iniciales del niño o joven comienzan a relajarse, actuando así el perro como lo que denominamos complemento facilitador del proceso terapéutico o socioeducativo.

Por supuesto, el proceso no es inmediato. El vínculo con el animal se va construyendo, es progresivo. Pero como es una vivencia agradable, satisfactoria, lo menores querrán pasar tiempo con él y terminan por transferir los sentimientos positivos que experimentan con el animal hacia el profesional/es detrás del tratamiento.

2. Formas de implementación

Eres un profesional independiente o institución (pública o privada) o particular u otro del sector sociosanitario o educativo y lo que te preguntas es cómo puedes hacer partícipe al perro como complemento en las intervenciones con menores vulnerables o en situación de riesgo o exclusión.

Previamente, antes de meternos de lleno en las posibles maneras de llevar a cabo estas intervenciones, debemos distinguir los dos principales roles que intervienen habitualmente:

  • Rol del profesional sociosanitario o educativo: psicólogo, docente, maestro de educación especial, psicopedagogo, educador social, trabajador social, terapeuta ocupacional…
  • Rol del técnico en intervenciones asistidas con animales (TIAA en adelante): profesional con experiencia en el manejo y bienestar del animal de apoyo terapéutico, capacitado para dirigir e intervenir en programas de actividades asistidas con animales, o bien, participar (junto a un equipo terapéutico, educativo o social) en programas de terapia o educación asistida con animales (TAA o EAA).

Ambos roles pueden ser desempeñados por diferentes personas o por una misma (a la que llamaremos entonces experto en intervenciones asistidas con animales).

Sea cual sea la modalidad que escojamos, debemos contemplar el trabajo de forma multidisciplinar. Es decir, la integración del perro como complemento en intervenciones con menores vulnerables, y con objetivos establecidos, debe realizarse de forma colaborativa entre todos los profesionales que tratan al beneficiario. De esta forma, surgirán programas realmente adaptados a las capacidades y evolución de los participantes.

A continuación hablaremos de los escenarios posibles de implementación. De cualquier manera, es importante señalar que debe tomarse con carácter orientativo pues cada caso requiere ser analizado por separado y acordar la manera de actuar que mejor se adapte.

2.1 En paralelo fuera del entorno terapéutico formal

La intervención con el perro tiene lugar fuera del entorno terapéutico formal, es decir, de la consulta. Puede ser en un lugar interior (un espacio diáfano donde los menores y los perros puedan moverse cómodamente), exterior (patio, jardín…) o combinar ambos.

En el caso de que los roles mencionados anteriormente sean desempeñados por personas diferentes es recomendable que, en las primeras sesiones, acuda alguno de los profesionales que habitualmente tratan al menor (es relativamente habitual que estos perfiles estén siendo atendidos por varios profesionales) y que le es familiar para que la transición sea suave y cómoda para él.

El profesional sociosanitario o educativo asignado podrá realizar sus propios registros e informes o, también, se puede contemplar la posibilidad de grabar las sesiones (según disponibilidad y consentimiento).  Por otra parte, entre otros, el trabajo multidisciplinar debe incluir reuniones de seguimiento periódicas.

2.2 Dentro del entorno terapéutico formal

El perro se introduce en la sala de espera o la consulta. Veamos:

  • Sala de espera, donde el animal puede actuar como:
    • Facilitador para la entrada y salida. Un niño que se niega a entrar en la sala puede cambiar de opinión si le va a recibir un perro alegre y que le mete el hocico por debajo de la mano, pues el entorno terapéutico se vuelve más amable y lúdico.
    • Distractor que reorienta la atención fuera del paso del tiempo y de los elementos estresores.
  • Dentro de la consulta: por ejemplo, es más fácil que un menor que tiene miedo al dentista entre en la sala y se deje manipular la boca en el sillón si mientras puede acariciar y disfrutar de la compañía de un perro.

Señalar que, en el caso de que la intervención se realice dentro de la consulta, y si los roles mencionados anteriormente son desempeñados por personas diferentes, habría que prestar especial cuidado a los aspectos de confidencialidad.

3. Caso de estudio: Programa de adiestramiento en positivo

Finalmente analizamos un supuesto donde el perro actúa de complemento facilitador en una intervención con menores vulnerables o en situación de riesgo o exclusión, en el que se ha acordado la siguiente forma de implementación:

  • Tiene lugar en paralelo fuera del entorno terapéutico formal, concretamente en un aula diáfana
  • Rol del profesional sanitario y del técnico en IAA en personas diferentes

Y donde se trabajan los siguientes objetivos:

  1. Apertura emocional: sabemos que el perro no juzga y, por tanto, los participantes se mostrarán más predispuestos a compartir sus sensaciones, pensamientos, sentimientos
  2. Aumento de la autoestima: en el caso de menores que proceden de situaciones de fracaso escolar, familiar o personal, el programa les dará la oportunidad de ser buenos en algo, de educar a los animales, de conseguir que el perro realice habilidades y experimentar la sensación de éxito y competencia.
  3. Impulsar interacciones sanas, incidiendo en el bienestar del animal y en el de los menores.
  4. Aliviar el estrés de los menores, debido a que:
    • la presencia del perro crea un entorno más amable, lúdico y humanizado.
    • los técnicos de intervenciones asistidas con animales (TIAA) y los animales, habitualmente, son percibidos de forma más relajada por los participantes ya que no son evaluadores (no van a emitir evaluaciones sobre ellos, como el profesor o el profesional sociosanitario).

Describimos a continuación cómo se desarrolla el proceso:

Supongamos que en un momento durante la sesión el animal se aleja cuando un participante le habla de manera apremiante. Entonces:

  • El técnico de IAA actúa de la siguiente forma:
  1. Para la interacción con el animal (del cual debe preservar siempre su bienestar).
  2. Anima al participante a que reflexione sobre cómo le ha hablado al perro, de cómo se sentiría si le hablasen a él de esa manera.
  3. Cuando el usuario proponga una forma aceptable de acercamiento que respete los límites personales del perro (lenguaje corporal y tono de voz calmado, por ejemplo) tendrá la oportunidad de reparar el daño e interactuar con el perro.

Posteriormente habrá una puesta en común donde el técnico de IAA compartirá la sesión con el profesional sanitario para decidir el siguiente paso, que en este caso se corresponde con:

  • El profesional sanitario emplea en la consulta dicha experiencia animando al paciente a que considere:
  1. Nivel de energía
  2. Velocidad e intensidad del movimiento
  3. La posición corporal
  4. El contacto visual

cuando el perro se alejaba de él y cuando se acercaba y llegan a lo siguiente:

El perro se alejaba cuando:                             

  • Estaba muy ansioso 
  • Le demandaba jugar de forma excesiva
  • Se mostraba invasivo al acariciarlo                                 

El perro se acercaba cuando:

  • Estaba de buen humor
  • Se mostraba amable y paciente
  • Lo acariciaba respetando su espacio

De esta manera, el profesional sanitario trabaja cómo la forma en que interactuamos con los demás (tono de voz, lenguaje corporal, etc.) puede ayudar o dificultar las relaciones interpersonales integrando la experiencia con el perro como modelo de comportamiento apropiado. Al usuario, por su parte, le resulta más fácil entender las limitaciones y expectativas en las relaciones con los demás al haberlo experimentarlo previamente a través del perro.

Además, si el participante ha desarrollado un vínculo satisfactorio con el perro (que es lo habitual), tiene más motivación en regular sus emociones porque no quiere asustar al perro para poder disfrutar de su compañía.

Como consecuencia, el alcance de los objetivos establecidos se logra en menos tiempo y con mucha mejor adherencia. En otras palabras, integrar al perro como complemento en intervenciones con menores vulnerables ha facilitado el tratamiento. Es decir, el perro ha actuado de complemento facilitador.

También se ha podido observar, como hemos indicado previamente, que el proceso requiere de la implicación colaborativa de todos los profesionales que tratan al menor (en este caso, por ejemplo, la puesta en común en la que cada profesional comparte su trabajo de manera que se generan sinergias que permiten llegar más lejos y más rápido en la consecución de los objetivos ). De esta forma, se contemplan todas las facetas del beneficiario y se le puede brindar una atención integral (y no compartimentada) como seres completos que somos.

Espero que este post te haya sido de utilidad. Por favor, comparte si es así!

Nos vemos en las redes!

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